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PSICOLOGÍA

Ayuda psicológica. Trastornos mentales, patologías, estudios de la conducta humana. Estrés, ansiedad, depresión, fobias...

29 octubre 2006

Miedo a salir de casa

"Salí a la calle, como cada día, para ir a la compra. Entré en el supermercado, llené el carro con lo que me interesaba y fui a pagar. En la caja había cola y comencé a experimentar como un ahogo, un nudo en el pecho y sudores fríos. Sudando, pagué y me marché a buscar a los niños al colegio. Por la calle sentía taquicardia y mareo con sólo pensar que podía caer al suelo fulminada en cualquier momento. Pensaba que me cogía un ataque al corazón o algo así. Fue terrible. Conseguí llegar a la escuela. Esperando a mis niños, me fui tranquilizando y se me pasó el malestar. Al llegar a casa, pensé en lo que me había pasado y quedé preocupada. A lo largo de los meses siguientes se fueron repitiendo estos episodios de malestar extremo una y otra vez: en el mercado, por la calle, al ir de compras, en el autobús e incluso en casa. De todas formas, la mayoría de las veces me encontraba mal fuera de casa o cuando cogía algún transporte. Fui cogiendo miedo a salir sola de casa. Si iba con mi marido o con alguno de mis hijos, aún podía soportarlo. Pero sola me fue cada vez más difícil salir, hasta que decidí no hacerlo ya que cada vez lo pasaba peor. Tenía miedo a pasarlo tan mal. Creía tener algún problema en el corazón".
Esta señora presenta una crisis de pánico. Según el psicólogo norteamericano David Barlow, el 35,9% de la población padece una o dos crisis de pánico anualmente parecidas a ésta. Si el miedo se gereraliza a diversas situaciones y lugares, estas crisis derivan en una agorafobia.
Muchas personas, en algunos momentos de sus vidas, presentan este trastorno nervioso que les crea problemas o incluso las incapacita para salir de casa si no van acompañadas. Aun así, experimentan miedos, angustia en forma de taquicardias, sudoración y sensación de desmayarse o perder el control, e incluso sensación de muerte inminente. Ante esta situación, las personas que la padecen van limitando sus salidas por el miedo a tener miedo. Cuando visitan diferentes especialistas médicos se descarta totalmente algún problema físico. Y es que estas personas sanas físicamente, están padeciendo agorafobia, un trastorno psicológico que hace que el mero hecho de salir a la calle sea una montaña, ya que experimentan terror, angustia y un malestar total, tanto físico como psicológico.
Si no buscan una solución irán arrastrando esta sintomatología a lo largo de su vida, afianzando una personalidad fóbica que impedirá una vida normal y una buena calidad de vida. Así, un trastorno puntual en sus vidas puede transformarse en una ansiedad y un malestar crónico de larga duración si no acuden a un especialista.
Afortunadamente la psicología actual conoce y trata esta sintomatología de forma efectiva. La solución es enfrentarse al miedo mediante una práctica programada, es decir, aplicando sesiones de afrontamiento y analizando y estructurando las interpretaciones catastrofistas de las reacciones fisiológicas. Así, conseguiremos ir controlando el trastorno. Al final del tratamiento, el cliente habrá concluido una larga pesadilla y los objetivos de vivir sin angustia y aumentar nuestra calidad de vida se habrán cumplido.
De todas formas, y a pesar de que la información sobre las crisis de pánico y la agorafobia es cada vez mayor, aún hay gente que las padece que desconoce qué es lo que le pasa, colapsando servicios de urgencia o consultas de medicina general. Como psicólogo especializado en estos trastornos, creo que es importante la divulgación de estos síntomas, y el informar que los mismos tienen solución si se acude a un terapeuta que los trate adecuadamente.

01 octubre 2006

La agorafobia puede enfrentarse

El tema volvió a formar parte de la agenda mediática hace unas semanas, luego del último gran caso de fobia al mundo exterior (llamado también agorafobia) descubierto en Italia: una mujer de 56 años -que fue dada a conocer como Carmela- pasó 26 años encerrada en su casa, por miedo a contagiarse de bacterias y gérmenes. Luego, fue encontrada en un aspecto deplorable: pesaba sólo 30 kilos y tenía una melena larguísima.
En Japón, por ejemplo, las fobias sociales son tan usuales que devinieron en prácticas sociales casi institucionalizadas: el hikikomori ("aislamiento" o "inhibición" en lengua nipona) es usual entre jóvenes que se niegan a salir de sus habitaciones y amenazan con suicidarse si se les quiere brindar ayuda. La agorafobia se traduce principalmente como el miedo a ser avergonzado en público, a estar sólo en grandes lugares o frente a multitudes y en casos extremos, y quien la padece puede llegar a no querer salir de su casa bajo ningún concepto. Pero, ¿cómo y por qué se desencadenan estas fobias que aíslan a las personas de sus roles sociales?
"La agorafobia es el miedo a los espacios abiertos y, como todas las fobias, está vinculada con trastornos de ansiedad. En muchos casos, hay factores genéticos que la determinan, pero también las hay adquiridas: muchas están ligadas al nacimiento y a las experiencias de los primeros años de vida", explica Eduardo Benítez, médico psiquiatra del Hospital Borda. Para el psiquiatra y psicoanalista Víctor Filippi, "las fobias sociales pueden objetivizarse en animales o en insectos (tal el caso de Carmela) porque la tensión se fijó en ellos al momento de recibir un trauma emocional muy grande. Ese bichito o animal que está presente en el momento del trauma aparece luego como un símbolo de él. Lo que está ocurriendo en realidad es un desplazamiento del problema". Sigue: "Los animales y los insectos tienen la capacidad de hacer las cosas sin que se las pidamos. Actúan sin decir 'por favor' y nos dejan en una posición totalmente pasiva. No respetan ningún pedido. Esa cualidad puede trasladarse a una actitud humana traumática. Por ejemplo: una mamá que critica sin que uno se lo pida".
¿Qué tienen con común los hikikomoris con casos como el de Carmela? Si bien las historias son diferentes y las fobias se objetivizan de manera distinta, el causante de la enfermedad en la mayoría de los casos es similar. "Por lo general, los pacientes con este tipo de fobias ven el mundo exterior como un mundo en el que se les va a pedir cosas a las que ellos no pueden responder. Temen ser agredidos a cada rato por el mundo externo y no poder responder a las órdenes que este mundo genera", aclara Filippi. "Las fobias sociales no se pueden nuclear, porque cada paciente es diferente y no todas son iguales, pero sí pueden compararse: radica en todas ellas un miedo atroz a ser objeto de un dominio o una voluntad exterior muy fuerte".
¿Pueden curarse fobias como ésta? Benítez afirma que los tratamientos son muy efectivos: "Con una intervención de un médico psiquiatra y buen apoyo psicoterapéutico, los tratamientos hasta pueden ser muy cortos. Lo importante, como en todos los casos, será erradicar el trauma de base".

22 septiembre 2006

«Piensas que vas a morir o que te vas a volver loco»

Isabel Fraile pertenece al Colectivo de Afectados por el Pánico y la Agorafobia de Zaragoza (Capaz), unos problemas muy difíciles de detectar.

¿Qué es la agorafobia?
Es el miedo a estar en determinados lugares, desde salir a la calle a coger el autobús o estar solo en casa. Los afectados intentan evitarlo para no sufrir crisis de pánico.

¿Cómo son estas crisis?
Se experimentan síntomas físicos y psicológicos muy variados. Náuseas, falta de aire, aparente infarto, y la consiguiente sensación de muerte inminente, miedo a volverse loco... Hay gente que sufre estas crisis sin ser agorafóbicos, sin nada aparente que lo desencadene.

¿Usted lo sufrió?
Sí, entre los 29 y los 34 años. Mi primera crisis surgió sin más cuando tomaba algo en un bar. Esto supone un gran problema para el día a día... Claro, hay gente que tiene que dejar el trabajo porque no pueden ir y no les dan la baja, ya que el problema no se reconoce como limitación.

¿Tiene solución?
Sí. A mí me dijeron que no me recuperaría, pero lo hice, con psicoterapia y mucho apoyo. Es un camino muy largo y se pasa mal, pero se sale.

¿Qué hacen en su asociación?
Tenemos un servicio personal (c/Colón, 6) y telefónico (976 259 807) para afectados y familiares. Les informamos, los escuchamos e intentamos que no se sientan bichos raros. Tenemos autoayuda en grupo y terapia. El día 30 tendremos un coloquio abierto en el centro cívico Universidad (18.00 horas).

¿Son muchos?
Entre el 1,5 y el 3,5% de la población sufre estos problemas, pero en la asociación no llegamos a la veintena porque es una afección muy difícil de detectar y de asumir.

Bio
Isabel Fraile tiene 37 años y pertenece al colectivo Capaz. Sufrió crisis de pánico durante cinco años.
Barcelona (España): Asociación para el tratamiento de la Agorafobia y Fobia social
C/Europa 22, 2ª 3ª 08028 Barcelona Tel. 93 430 1290

14 septiembre 2006

Estuvo encerrada 26 años por miedo a enfermarse

Carmela vivía en localidad de Macerata, en la costa adriática a 200 kilómetros de Roma y permaneció encerrada durante los últimos 26 años por "miedo a contraer alguna enfermedad".

La mujer, sin embargo, se comunicaba telefónicamente con las hermanas y las amigas y pasaba sus jornadas ante la televisión y escuchando la radio.

Con 56 años padece de la patología, que en psiquiatría recibe el nombre de "agorafobia", un pánico que la mantenía retenida en su hogar.

Agentes de la policía rescataron por la fuerza a la mujer, luego de que su hermano, quien durante los últimos 26 años le dejaba alimentos en la puerta de la casa, denunció los hechos.

Según las crónicas periodísticas, cuando la policía derribó la puerta se encontró con una escena de terror: la mujer pesaba sólo 30 kilos, tenía los cabellos de dos metros de largo y vivía con puertas y ventanas selladas con cinta adhesiva.

Los agentes debieron usar máscaras antigas para soportar el olor de la vivienda y se llevaron a la mujer envuelta en una sábana para evitar las cámaras de televisión y la curiosidad del vecindario.

El hermano de la auto secuestrada se decidió a denunciar los hechos a la policía porque enfermo y débil dijo que no podía seguir ocupándose de llevarle comida, estrictamente desinfectada, ante su puerta.

Señaló que su hermana nunca se recuperó de un "síndrome de mareos" que sufrió a los 30 años y que aparentemente se transformó en una fobia al aire, los microbios y al simple contacto con otros seres humanos.

Antes de ello -aseguró- la mujer estudiaba y llevaba una vida normal. Ahora el hermano corre el riesgo de ser llevado ante los tribunales por no haber denunciado antes el caso.

Desde este fin de semana se encuentra hospitalizada bajo pedido de tratamiento sanitario obligatorio emitido por el alcalde de Macerata, Giorgio Meschini.
adnmundo.com

07 septiembre 2006

Enlaces relativos a la ansiedad y la agorafobia

psiquiatria24x7
pnlnet
psiquiatría.com
psicocentro
plnet
Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés National Institute of Mental Health PAN-illo The Anxiety Panic Internet Resource Anxiety-Panic.com.
Asociación Americana de Psiquiatría
Salud Mental en Internet
National Institute of Mental Health Asociación Ayuda contra la ansiedad Depression Screening.
MedlinePlus Enciclopedia Médica: Estrés y ansiedad
Ansiedad y fobias
Ansiedad
Cómo controlar los ataques de ansiedad y stress.
Ansiedad, un problema que tiene solución
Pánico
Qué es la ansiedad a hablar en público? ¿Por qué se produce? ...
Ansiedad
Test Psicométrico de Ansiedad
Alimentación y ansiedad
Ansiedad - Glosario de los Sintomas
Escala de Ansiedad y Depresión de Goldberg
Ansiedad
Trastornos de ansiedad
ansiedad
Ansiedad, angustia
Ansiedad y depresión
Desórdenes de Pánico, Ataques de Pánico, Ansiedad Generalizada
Los trastornos de ansiedad en la práctica médica general
La Red De La Ansiedad (The Anxiety Network)
NAMITrastornos de ansiedad - Anxiety Disorders
viatusalud
Trastornos de ansiedad
Trastornos de Ansiedad
Guía de tratamientos de los trastornos de ansiedad
Trastornos de ansiedad
Crisis de ansiedad Foros Fobia Social
Ansiedad
Ansiedad ante los exámenes
Trastornos de Ansiedad
La terapia cognitivo-conductual en problemas de ansiedad ...
Ansiedad y depresión
Ansiedad
Fobia Club
Asociación Ayuda contra la ansiedad
Ansiedad org
Red Interhispana de los Trastornos de Ansiedad
NIMH
Psiquiatria y psicología
Buscasalud
Fobia social
Diccionario de Ansiedad y Trastornos de Pánico
Colegio Oficial de Psicólogos de España
Psicomundo
Fobia social net
Fobia y angustia
Asociación Latinoamericana para Ayuda Mental en CrisisEstrés Postraumático Secundario a Accidentes de Tránsito
Asociación Ayuda contra la ansiedad Fobia Social
El joven sufre la Fobia Social
Unidad de Investigación en Fobia Social Tratamiento Cognitivo Conductual de la ansiedadSTAR, Sociedad de investigación sobre estrés y ansiedad
Asociación americana sobre trastornos de ansiedad
Instituto Americano de Salud mental
Recursos sobre fobia social y ansiedad
Página sobre ansiedad de la Asociación Americana de Salud Mental
Asociación Internacional sobre el manejo del estrés
Pánico y ansiedad
Colegio Oficial de Psiquiatras del Reino Unido
Recursos sobre el maneo de la ansiedad y el pánico
Directorio de recursos psicológicos

04 septiembre 2006

Agorafobia: la enfermedad de los que no pueden salir del encierro

Un miedo insuperable a salir de casa, a estar solo o entre la gente. Algunos no saben que tienen agorafobia hasta después de muchos años de permanecer recluidos. Aquí, una historia y su recuperación.

“Nunca pude identificar la zona exacta ni definir con precisión la molestia, pero sí lo desagradable que se sentía: una especie de opresión que me dejaba, de golpe, sin aliento. Al principio era más frecuente con la práctica de ejercicios físicos o al realizar algún esfuerzo, pero con el paso del tiempo se repetía a cualquier hora y en cualquier momento: manejando, comiendo, e incluso me sorprendió durmiendo”, relata Silvia Linares Vilarasau, 33 años, española, que vive en Barcelona y es ingeniera química. Así fue, según recuerda, como empezaron los síntomas de su agorafobia, una enfermedad que ella no sospechaba que tenía hasta dos años después, cuando su situación ya le resultaba insostenible.

“La sensación de ahogo era cada vez más intensa y frecuente y con ella, venía el miedo. Había renunciado a mis aficiones (jugar a tenis, pasear a mis perros), incluso me daba pánico subir las escaleras hasta el tercer piso del edificio donde vivía. Poco a poco, pero de forma progresiva, yo misma, incitada por el miedo, ponía obstáculos a mi vida, que se limitaba al trabajo en un pequeño taller familiar y a la lectura”. Silvia, como la mayoría de quienes padecen agorafobia, lo primero que pensó fue que el problema estaba en su cuerpo. “La gente da vueltas por las guardias, ve al médico clínico, al cardiólogo. Cree que es algo físico porque siente sofocación, taquicardia y mareos. Pero la respuesta es siempre la misma: que no tienen nada”, explica Enzo Cascardo, director del Centro IMA (http://www.centroima.com.ar/) y vicepresidente de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad.

“Hasta hace un tiempo, desde los primeros síntomas hasta la consulta con un psiquiatra pasaban, en promedio, unos siete años. Ahora es menos, según nuestros estudios, entre uno y cinco años”, explica Cascardo. El encierro que caracteriza la enfermedad es el resultado de evitar, en principio, algunos lugares o situaciones que generan el temor de sufrir una crisis de pánico, hasta que esas evasiones se convierten en regla general y la persona queda limitada a su propia casa. A Silvia, los cerrojos la iban aislando en forma progresiva, primero evitaba salir a la calle sola, hasta que se le hizo imposible hacerlo acompañada. Entonces se recluyó en su casa, pero tampoco fue suficiente para mantenerse calmada.

“La enfermedad iba ganando terreno. Un día estaba sola y empecé a sentir esos síntomas tan molestos. El saber que no había nadie y que empezaba a sentirme tan mal, como si tuviera que sucederme algo muy grave, aumentaba los síntomas. Intenté distraerme pero fue imposible, estaba al límite del desvanecimiento. Desesperada, llamé a mi hermana mayor. Quedarme sola en casa había pasado a ser otro obstáculo”, cuenta Silvia. Después se agregó el miedo a las personas. “No hacía falta que fueran grandes multitudes ni gente desconocida. Cuando nos reuníamos en la mesa para comer mis dos hermanas y mis padres me sentía nerviosa, no podía seguir la conversación ni prestar atención a la televisión. Mis esfuerzos se concentraban en evitar un ataque de pánico”.

La tarde en que no pudo ir al bautismo de su sobrina, Silvia tocó fondo. Hasta tenía un vestido que le habían regalado para la ocasión, pero la impotencia pudo más. Y no sólo no podía participar, además se sentía culpable por “obligar” a su novio a quedarse con ella, porque tampoco podía estar sola. Sentada en el piso de la cocina, se dio cuenta de que le era imposible llevar una vida normal. “Un día que tenía que ser especialmente feliz se convirtió en uno de mis peores momentos. La desesperación me llevó al consultar a un psiquiatra, en noviembre de 2003, casi dos años después de los primeros síntomas. Ese fue el mayor esfuerzo de mi vida y sólo alguien que haya sufrido agorafobia puede valorarlo.”

Recién entonces Silvia supo que tenía agorafobia. Fue de gran ayuda para ella y su familia, porque no solamente había un nombre y una explicación para su padecimiento, también había un tratamiento. Dice Cascardo que la primera visita al psiquiatra es un alivio para el paciente. “Lo primero que se hace es informar al paciente, explicarle que el índice de recuperación para estos casos es altísimo, que en un plazo de meses van a poder hacer lo que no hizo en años. Entonces deja de llorar y aparece una sonrisa”. Las posibilidades de mejorar son buenas, no mágicas. Hay que encarar una terapia cognitivo-conductual y farmacológica, y, según Cascardo, en un promedio de cuatro meses la calidad de vida mejora muchísimo.

Además de conquistar sus primeras victorias en el tratamiento, que implica afrontar las situaciones de temor, Silvia sintió la necesidad de escribir sus experiencias. Dos años después, eso se convirtió en un libro que espera publicar en breve. “Lo escribí mientras me recuperaba, no después, y en él cuento todas las estrategias que la enfermedad me obligó a aprender para superar mis salidas en el mismo momento que me enfrentaba a ellas”. Ese libro para Silvia cristaliza el éxito de su recuperación y espera que a otros pueda mostrarles la luz al final del camino.

“Ahora me siento muy bien, recuperé completamente mi independencia y hago todas mis salidas sola. También trabajo con absoluta normalidad, viajo en auto, y nunca me siento acechada por el miedo. Llevo un tiempo largo en el que ya no necesito tomar ansiolíticos para superar mis salidas y no siento ninguna dependencia. Yo misma me puse a prueba hace unos tres meses: viajé sola en avión, pasé unas horas en un centro comercial bastante concurrido, comí allí mismo y compré sin ningún síntoma extraño”.

Gardelonline

05 agosto 2006

¿Qué es la depresión?

La Depresión es un trastorno afectivo que varía desde la baja del estado de ánimo característica de la vida cotidiana, hasta el síndrome clínico de gravedad y duración prolongada. El término depresión proviene del latín depressio y significa hundimiento. Esta imagen ejemplifica claramente el sentimiento típico de la persona afectada, de estar hundida con un peso importante sobre su ser. El afectado posee un sentimiento profundo de tristeza y desánimo, como así también una apatía inusual que le impide disfrutar de aquello que antes le producía satisfacción. Además, la depresión suele estar acompañada de fatiga o cansancio que no se corresponde con el nivel de actividad. También son habituales los cambios físicos, la falta de apetito, pérdida del deseo sexual, alteración del sueño, dificultades cognitivas como la pérdida de concentración, de memoria o la dificultad para tomar decisiones. A su vez son habituales los pensamientos derrotistas, la baja autoestima y algunas conductas autodestructivas. La depresión tiene tratamiento efectivo, pero antes es necesario realizar un buen diagnóstico. Es importante saber si se trata de una depresión mayor, distimia, trastorno bipolar o un proceso de duelo patológico. Vale aclarar que aunque no ocurra en todos los casos, la depresión puede estar asociada a otras psicopatologías, principalmente a los trastornos de ansiedad.
Síntoma usuales de la depresión:
Sentimientos de tristeza, ansiedad y sensación de vacío persistente.
Sentimientos de desesperanza y pesimismo.
Sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo.
Pérdida de interés o placer en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban, incluyendo la actividad sexual.
Disminución de energía; fatiga, agotamiento, sensación de estar ralentizado.
Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones.
Insomnio, despertar temprano o dormir más de la cuenta –hipersomnia-
Pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso.
Pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio.
Inquietud, irritabilidad.
Síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otros dolores crónicos.

El 50% de la población infantil sufre miedo o ansiedad, según un psicólogo

LAREDO, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -
El psicólogo especialista en Psicología Clínica Emilio García Losa aseguró hoy que alrededor del 50% de la población infantil presenta trastornos de miedo o ansiedad, discapacitantes desde el punto de vista personal y escolar. "La fobia escolar, el rechazo a ir a la escuela se da por patrones de una excesiva protección por parte de los padres hacia los hijos", explicó al respecto.
Según dijo, esa protección paterna hace que los niños "carezcan de las habilidades necesarias para desenvolverse en un contexto con compañeros". Si esto "va madurando", en la edad adulta puede llegar a desencadenar trastornos "de tipo agorafóbico y de fobia social".
García Losa hizo estas afirmaciones en Laredo, donde participa en un curso de verano de la Universidad de Cantabria. En su intervención, el experto también habló de los trastornos depresivos en el conjunto de la población y, según informa la UC, alertó de su aumento.
"Cada vez hay más trastornos depresivos: procesos incapacitantes para el individuo, como el caso de la agorafobia que hace que el individuo no pueda salir de su casa; también la fobia social, que hace que el individuo tenga problemas para comunicarse con los demás o hablar en público", precisó Emilio García Losa.
El curso en el que interviene incide en los aspectos clínicos de la ansiedad, que son analizados juntos a los orígenes y mecanismos del miedo.
García Losa se refirió durante su ponencia a las principales causas que provocan este tipo de trastornos. "Hay desde personalidades de tipo neuróticos, muy sensibles a la ansiedad; hay patrones de personalidad introvertidos, con baja tasa de habilidades sociales y asertividad. Las causas son muchísimas, son variopintas y lo que hay que analizar es individualmente cada caso", señaló.
El especialista explicó además las situaciones generadoras de ansiedad, las variantes suscitadas por el miedo y su adaptación a los distintos contextos ambientales, como fobias, obsesiones y compulsiones, agorafobia, crisis de angustia, fobias sociales, infantiles y juveniles.

La aerofobia, un trastorno en aumento

Según especialistas, el estrés influye en este tipo de fobias que padecen muchos pasajeros. Un 22% necesita consumir algún medicamento antes de volar y la mayoría elige automedicarse. Otros beben más alcohol durante el viaje para aliviar tensiones. Cuáles son los temores más comunes
Desde ingerir alcohol en exceso para aliviar tensiones, hasta cambiar a último momento la fecha del viaje o directamente el medio de transporte. Son síntomas de quienes padecen fobia o miedo a volar, un trastorno que -dicen los especialistas- va en aumento. Uno de cada tres argentinos padecen aerofobia o temor a los aviones, según datos de Poder Volar, una asociación integrada por médicos, psicopedagogas y pilotos. Uno de cada cinco directamente evita los vuelos. Para el psiquiatra y especialista en aerofobia, Claudio Plá Alem, el estrés es uno de los factores que más incide en estos tiempos en sumar adeptos que esquivan aviones. “El hombre tiene fobias a volar desde que se inventó el avión, pero esta vida neurótica que llevan quienes viven en grandes ciudades provoca que el sistema nervioso se sensibilice y haya cada vez más fóbicos”, explica el médico, titular de Poder Volar. Los temores El 62% de los pasajeros experimenta algún tipo de temor (alas turbulencias, a las tormentas, a un accidente). Y un 22% necesita consumir algún medicamento antes de volar (ver aparte). Los pasajeros reportan que las causas que desencadenaron yalimentaron su miedo a volar son información divulgada a través de medios de comunicación (53%); malas experiencias personales (27%) o de terceros (26%). Sin embargo, también se da lo que Plá Alem distingue como “percepción selectiva”. “Muchos leen negativamente cualquier noticia sobre un accidente aéreo y entonces aumentan la creencia de que es un medio peligroso cuando en realidad el avión es cien veces más seguro que un auto”. Entre quienes consultan a esta asociación que en unos días comenzará a funcionar en el Aeroparque Jorge Newbery, la mayoría sonmujeres. “Pero con el correr delos años se fue equiparando y hoy no hay mucha diferencia”, señalael psiquiatra. Entre universitarios, según los datos recogidos por Poder Volar, hay un 22% de jóvenes que no vuela por miedo. Además de la aerofobia, hay otros trastornos que han crecido últimamente entre quienes se suben aun avión. “Hay muchos que padecen claustrofia y agorafobia, que les provoca miedo a pedir ayuda”,indica el especialista. Hay tres grupos diferenciados. Están aquellos que padecen lallamada fobia primaria, que se daen quienes no volaron nunca -“es muy frecuente en los hijos de quienes temen volar-”. Están, en segundo lugar, los que viajan “en malas condiciones”y presentan una ansiedad creciente y, por lo tanto, una tendencia adejar de volar. Es el grueso delos fóbicos. Y por último, losque evitan directamente subirse a los aviones. Los efectos El 10% de quienes vuelan y sienten molestias físicas (más frecuentes entre las mujeres que entre los varones) manifiestan sentir palpitaciones, náuseas, problemas abdominales, mareos o inestabilidad, sensación de ahogo y molestias en los oídos. Los ataques de pánico son también una de las consecuencias de este tipo de trastornos. Según esta asociación, dedicada a brindar recursos y herramientas prácticas para superar el miedo a volar, un 16% de personas incrementaría la frecuencia de los vuelos (por razones profesionales o deplacer) si superara las dificultades que le acarrea. Mientras que un 12% busca viajar acompañado, un 4% intenta posponer el viaje y un 14% trata de viajar por otro medio, si es posible. “De la misma manera que es necesario decirle a una embarazada qué va a ocurrirle en el parto,también es necesario informar a las personas que tienen miedo a volar”, dice Plá Alem. En eso trabajan desde Poder Volar, desde 1995, a través de cursos sobre aeronáutica, meteorología, psicología del miedo, técnicas de respiración y relajación, videos y hasta simuladores de vuelo. Todo ese asesoramiento estará a partir del 9 de agosto en un centro que será inaugurado en una semana en el Aeroparque.

25 julio 2006

¿Qué es la Agorafobia?

La agorafobia es el miedo y evitación a estar en lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil o embarazoso escapar, o en los que pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares –sensación de ahogo, taquicardia, mareos, despersonalización, desrealización, pérdida del control de esfínteres, nausea-. Como consecuencia de este miedo, la persona evita las situaciones temidas, las soporta con gran ansiedad o malestar y, generalmente, tiene la necesidad urgente de estar acompañada.
Con frecuencia, este miedo se suele experimentar en medios de trasporte como el metro, el avión o el coche. Se manifiesta de igual forma al alejarse de casa, en lugares públicos como centros comerciales, en la cola de de un mercado, el cine o en eventos multitudinarios. En otras ocasiones, el miedo es simplemente la anticipación de que pueda volver a producirse una crisis de pánico en un lugar donde previamente se sufrió una.

Es precisamente esa angustia la que ayuda a desarrollar un comportamiento de evitación que va limitando la movilidad en la vida cotidiana. En otros casos, esta limitación no es tan evidente debido a que el agorafóbico consigue trasladarse con gran malestar, o bien habiendo organizado en su entorno todo un dispositivo de acompañantes que le ayuden a superar su incapacidad para desplazarse.

La mayoría de personas que sufren este trastorno no tienen una conciencia clara de que muchos de los síntomas que padecen, tanto de orden físico como psíquico, tienen un nexo común que es el miedo irracional y la sensación de desprotección.

Durante la crisis pueden también aparecer nauseas, sudor intenso, sensaciones extrañas en la cabeza, hormigueo en manos y pies, molestias estomacales y también una desagradable sensación de inestabilidad que suelen interpretarse como crisis vertiginosa.

Éstos y otros síntomas se suelen interpretar por la mayoría de las víctimas del pánico como un trastorno físico y solicitan un examen médico después de esta primera experiencia o de otras subsiguientes.

En general, estos exámenes no suelen revelar ningún problema físico que explique la dramática situación vivida. Ante esta noticia, muchos pacientes siguen en la convicción de que sufren algo físico pero que no ha estado correctamente explorado o bien de que se les está ocultando una enfermedad fatal.

Ello acostumbra a ser el principio de una cadena de consultas interminables y de un creciente aislamiento del agorafóbico respecto de su entorno ya que no encuentra una salida a su trastorno ni comprensión alguna a su sufrimiento.

En cualquier caso, debe dejarse claro que la agorafobia tiene tratamiento con un alto porcentaje de éxito. La mejor manera de eliminar las limitaciones –evitaciones y ansiedad- que produce este trastorno es haciéndole frente con la ayuda de un profesional especializado
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